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EL MITO CLASICO DE LAS AMAZONAS/ GUERRA DE SEXOS FALTA DE COMPRENSION

Tanto los griegos como los romanos escribieron sobre las Amazonas o las representaron en sus objetos de arte. El nombre Amazonas ha sobrevivido como un término genérico para llamar a las mujeres guerreras, mas hasta muy recientemente los historiadores que aceptaron a los autores y artistas antiguos como fuentes confiables de información en otros aspectos de sus sociedades, relegaron las descripciones de las Amazonas al mundo del mito.

Sabemos que hay una gran cantidad de misterios sin resolver en la historia de la humanidad. Y aunque en el caso de las Amazonas existe una abundante literatura y algunos descubrimientos arqueológicos, es posiblemente por su excepcional realidad matriarcal que se resiste a ser aceptada como realidad histórica. Esas historias homéricas sobre mujeres capaces de existir sin hombres, y peor aún, resistirlos en batallas y vencerlos, difícilmente podrían ser verdad, y al igual que los cíclopes gigantes, solo pueden ser una metáfora literaria.
Estas mujeres guerreras, con su propio sistema de gobierno, que sólo se relacionaban con hombres extraños y criaban solo niñas, fueron descritas en la Ilíada como antianeirai –que significa las que van a la guerra como hombres- fueron llamadas por Herodoto androktones , esto es, asesinas de hombres. Pero también se les tomaba como guerreras valientes, nobles y dignas. Nunca se les muestra en batalla crueles, pérfidas o cobardes y hay escenas en que se les ve rescatando compañeras heridas arriesgando su vida.
Pero no solo de guerra vivían las Amazonas en ese mundo hostil, sino que la caza y la agricultura eran sus intereses principales, o sea, la supervivencia y la defensa de su vida. Tenían dos reinas, una militar y la otra para los asuntos domésticos. Bajo su reina militar eran un poderoso ejército de guerreras a caballo. En casa las Amazonas vivían pacíficamente abasteciendo sus necesidades.
Hay muchas versiones sobre las tribus de puras mujeres. De cómo se multiplicaban, algunos dicen que una o dos veces al año se apareaban con hombres que escogían de tribus vecinas y/o cautivos de sus frecuentes guerras, quedándose con las niñas y regresando a los varones a sus tribus paternas. Existen también versiones en que las Amazonas aparecen como seres crueles que mataban o cegaban a los niños o los usaban como esclavos.

El nombre Amazona se cree viene de la palabra griega amazoi, que significa sin pecho y que deriva de la leyenda que dice que ellas extirpaban el seno derecho a las niñas para facilitar el uso del arco, ya que eran magníficas arqueras. También usaban la espada, el hacha doble y llevaban un escudo distintivo en forma de luna creciente. Casi siempre luchaban a caballo. Algunos dicen que el pecho lo cortaban quirúrgicamente, otros malintencionados que era quemado cuando la niña era pequeña y otros más que ellas mismas se lo quitaban.
Pero también existe la versión de que eran mujeres completas y su habilidad con el arco no se vea menguada para nada por tener ambos pechos al desnudo, tal como lo demuestran todas las referencias artísticas griegas.
Como con todos los mitos, hay muchas variaciones según los diferentes autores.
Según Diodorus de Sicilia, viajaron hasta Egipto, derrotaron a los atlantes lidereadas por Mirina, ocuparon gran parte de Lybia y cruzaron Frigia. Homero escribió en la Ilíada que las Amazonas con Pentesilea al mando, fueron a Troya en ayuda del rey Príamo. Pentesilea fue herida por Aquiles precisamente en el seno derecho pero Aquiles fue flechado por Eros y se enamoró de la reina herida.

Heracles viajó a tierras amazonas para completar su novena labor impuesta por Euristeo. Esta tarea se llegó a conocer como El Ceñidor de Hipólita y consistía en arrebatarle este ceñidor que le había sido regalado por el mismísimo dios de la guerra, Ares, de quien descendía, "para simbolizar el poder que ella ejercía sobre su pueblo". Heracles llegó junto con un gran ejército. Bandas de Amazonas vigilaron su recorrido hasta la residencia de su reina. Al tenerlo enfrente, a la reina Hipólita le gustó el musculoso guerrero y le ofreció en paz el ceñidor...y su cama. Mas como era costumbre, antes de acostarse con un hombre tenía que luchar con él para probar la fuerza del elegido y saber si podría gestar un hijo fuerte. Pero Hera –vengativa diosa olímpica – hizo correr el rumor entre las Amazonas de que su reina estaba siendo atacada, así que ellas contraatacaron de inmediato, provocándose una nefasta batalla que ellas perdieron, ya que estas bravas mujeres no eran suficientemente poderosas contra la fuerza sobrehumana de Heracles. Meanippe y Antiope fueron forzadas a rendirse e Hipólita perdió la vida. Heracles se llevó el simbólico ceñidor, pero mató a la reina Amazona (cuestión también simbólica) y secuestró a Antiope, hermana de Hipólita, y la llevó a Atenas como botín de guerra.
Ahí la ofrece al rey Teseo, quien se casa con ella. Las Amazonas invaden entonces Ática para recuperar a su reina, pero pierden la batalla final en Atenas, muriendo la misma Antiope junto con muchas de ellas en ese heroico pero fútil esfuerzo. Esta escena ha sido llevada al arte de muchas maneras, pero probablemente la más famosa está en el Partenón, en las tallas en mármol conocidas como Amazonomaquia.
Hay ahora una creciente aceptación de la evidencia de que las Amazonas fueron tan reales como las civilizaciones que escribieron sobre ellas. La incursión de otro punto de vista –el de las mujeres- ha puesto sobre la mesa el estudio aún incipiente pero profundo sobre aquellos tiempos prehistóricos en que el mundo -o parte de él- funcionaba de una manera distinta, matrilineal. Arqueólogas e historiadoras como Marija Gimbutas, Riane Eisler y Jessica Salmonson aportan esa parte necesaria para poder tener una visión más cercana a lo que se puede con justicia llamar la Historia Humana -que toma en cuenta a las dos partes de la humanidad.
Durante unos 400 años (1000-600 AnE) según los griegos, las Amazonas fueron un pueblo fuerte en la zona turca. Al parecer llegaron a gobernar grandes porciones de Europa, Asia Menor y África. Se establecieron ciudades llamadas Amazonium en Pontus y la Isla de Patmos y numerosas poblaciones antiguas, incluyendo Smyrma y Éfeso, proclaman haber sido fundadas por ellas. Varias ciudades acuñaron monedas, erigieron estatuas y templos en honor de sus fundadoras. Y aunque los mismos griegos más tarde trataron de disminuir las leyendas tachándolas de falsas, si las mujeres guerreras nunca hubieran existido, nunca hubieran invadido Atenas, como Plutarco y muchos otros aseguran que lo hicieron.
De las aguas del mito surge la leyenda que en tiempos prehistóricos la isla griega de Lemnos estaba habitada solo por mujeres. Esta isla era llamada gynaikokratumene, reinado de mujeres. Los Argonautas llegan a esta isla en su camino a la Tierra de Colchis (al este del Mar Negro) y son bien recibidos por las Amazonas y su reina Hypsipyle.
Las excavaciones en la zona de Poliochni han sacado a la luz un pueblo mayor que todos los conocidos contemporáneos y del doble de Troya. Este poblado de la temprana Edad de Bronce tenía casas espaciosas colocadas en bloques a lo largo de una calzada norte-sur con abundantes pozos y un sistema de drenaje. El pueblo estaba circundado por una muralla de 5 metros de alto con ranuras para arqueros. Esto es sorprendente porque de este período solo en Poliochni se han encontrado puntas de flecha y sería coincidencia que las Amazonas son reconocidas por ser magníficas arqueras.
Los habitantes de Poliochni parece ser poseían riquezas pues se han encontrado innumerables tesoros entre las ruinas, además de un punto que hay que señalar: las construcciones de las casas habitación eran uniformemente grandes, lo que demuestra una sociedad con muy pocas diferencias sociales. Esta clase de orden social sería un signo típico del matriarcado. Además el nombre de su capital es Mirina, y justamente Myrina es el nombre de la reina que se dice derrotó a la Atlántida con 30,000 guerreras a caballo apoyadas por 3,000 de infantería, todas armadas con arcos y protegidas por armaduras de piel de serpiente.
Lo cierto es que conquistó también partes de Siria, Egipto y Frigia. Cuando los atlantes recuperaron su tierra, Myrina escapó siguiendo su carrera militar hacia el este, conquistando Lesbos, Samos, Pathmos, Samotracia y Lemnos. Murió en batalla en Tracia, cuando una alianza de los imperios de Tracia y Escita invadió la zona amazónica de Asia Menor. Su tumba está cercana a Troya y fue cubierta por una enorme colina construida por mujeres llamada Baticia o colina de espinas. Myrina fundó varias ciudades con su nombre, incluyendo Smyrna
De acuerdo a la historiadora Jessica Salmonson, las Amazonas fueron en realidad dos imperios matriarcales fundados, gobernados y defendidos por mujeres. El imperio inicial, de las Amazonas Hesperianas o Gorgonas, era de guerreras libias originarias de Tritonia, una isla en la costa africana destruída por la acción volcánica, y según eso las Islas Canarias serían la parte no sumergida que subsiste.
Herodoto escribió que el poder militar de las Amazonas libias duró hasta el siglo sexto AnE. Myrina fue reina Gorgona. Algunas de las áreas controladas por ella continuaron teniendo tribus de guerreras ya en tiempos históricos. Tribus matriarcales y de descendencia matrilineal son tema contínuo en la historia africana que en varios casos sobrevive hasta los tiempos modernos.
Hacia las raices africanas
De hecho, la existencia de Amazonas africanas se sustenta de diversas formas: al sureste de Libia, en el área montañosa de Fezzan, a mil kilómetros del Mediterráneo, se encuentran rocas grabadas muy interesantes: en una de ells se aprecia una mujer con un casco puntiagudo, armada con un arco. Esta es una zona bereber. Los bereberes se llaman sí mismos Amazigh. Existe entre ellos una posición preeminente de la mujer, aunque esto ha dependido de la influencia árabe. Durante unos 1300 años, los bereberes fueron amenazados, conquistados y finalmente absorbidos por los árabes. Pero hay una historia significativa sobre la primera invasión árabe, alrededor de 700 DnE. Había una líder bereber llamada Kahina, quien opuso con éxito una fiera resistencia a los conquistadores, logrando hacerlos retroceder, aunque al final fue derrotada.
La conquista árabe es completa, aunque existen algunas tribus, más apartadas, que han preservado su cultura. En la vida social se perciben elementos que conectan a las Amazonas con ellos: Casi en su mayoría, las mujeres bereber son letradas y sólo ellas conocen y utilizan un alfabeto especial; el Tifinagh, basado en la antigua escritura libia.
La cultura bereber más genuina converge en los Tuareg, que viven nómadas en el Sahara y cuya antecesora poseía muchas de las características de una reina Amazona, Se llamaba Tin Hinan y su tumba se encuentra en Abaleas, la vieja capital de la región Hoggar. De Tin Hinar se cuenta que llegó en compañía de su doncella Takamat desde Tafilalet, al sur de Marruecos, hasta Hoggar. Ahí se convirtió en la primera reina o Tamenokalt y su fama fue tal que aún hoy los Tuareg la llaman La Madre de Todos. En la excavación de su tumba, los arqueólogos encontraron su cuerpo yaciendo sobre una cama finamente labrada y cubierto completamente con joyas. Usaba siete brazaletes de plata en su antebrazo derecho, y en el izquierdo, siete de oro. Otra gran reina guerrera fue Majaji, que lidereaba a la tribu Lovedu, que era parte del imperio Kushita, en la larga guerra contra Roma.
Siglos después de Myrina, las Amazonas Thermodontinas reconquistaron mucho de su territorio. Era una nación matriarcal de la Edad de Bronce de ciudades-estado aliadas. Era el país situado en la boca del río Thermodon al norte de Turquía, cerca del Mar de Azov. Aún hoy el nombre de este río es casi el mismo: Terme Çay, y corre como a 50 kilómetros al este del pueblo costero de Samsun, hacia el Mar Negro. Esta región es una planicie fértil y apartada por montañas al sur y al este, al oeste por el ancho río Yesil Irmak y al norte por el Mar Negro. En la rivera del Thermodos estaba situada Themiskyra, la famosa capital de las Amazonas, que aunque aún no ha sido descubierta existen muchos restos antiguos que sugieren una cultura refinada en esa área. La nación fue fundada por Lysippe. Y su área de influencia se extendía desde Sarmatia –en las estepas rusas- a través de las Montañas Táuricas, hasta el puerto de Anatolia.
Entre los Escitas
Salmonson cree que Lysippe era orginaria de Escitia, donde eran entrenados para la batalla hombres y mujeres por igual. Otras fuentes manifiestan que ella y sus seguidoras eran Samaritanas, ya que en las tumbas de princesas y guerreros de los antiguos cementerios Samaritanos, se han encontrado armaduras femeninas y armas marcadas con muy antiguos símbolos escitas.
Cualquiera que sea su origen, las Amazonas Thermodontinas eran indoeuropeas pero pudo haber entre ellas emigrantes de otros lugares adoradoras de la diosa. Su gobierno estaba descentralizado, con numerosas reinas sirviendo como líderes tribales. Por ley, en todo el imperio solo las mujeres podían gobernar, cultivar la tierra o entrar en guerra.
Herodoto registra una historia que pretende explicar el origen del extraño lenguaje medio escita que se hablaba al este del río Don en Sauromatia. Una banda de jóvenes escitas tuvo un encuentro con una banda extranjera. Al despojar a un cadáver de su armadura descubrieron que era de mujer: peleaban con las Amazonas. Deciden entonces no pelear más sino cortejarlas, figurándose que el resultado de sus apareamientos serían guerreros feroces y nobles. Los escitas se retiraron y esperaron al mediodía cerca del campo de las Amazonas, ya que a esa hora ellas iban de dos en dos a orinar. Dos de los escitas se presentaron ante las primeras dos y ellas los recibieron bien, teniendo sexo con ellos. Aunque ninguno de los dos hablaba el lenguaje del otro, resolvieron regresar al siguiente día, trayendo a otro amigo, y así hicieron, hasta que todos estuvieron lujuriosamente amalgamados.
Los escitas nunca pudieron aprender el lenguaje de las Amazonas pero ellas sí probaron su habilidad aprendiendo, aunque a medias, la lengua escita. Ellos les sugirieron regresar a sus dominios y ser sus esposas, a lo que las guerreras arguyeron "No podremos vivir con vuestras mujeres. Ellas y nosotras no tenemos las mismas costumbres. Nosotras disparamos el arco, lanzamos la jabalina y montamos los caballos, pero de ‘tareas de mujeres’ no sabemos nada". Entonces los escitas se instalaron con las Amazonas en lo que era Sauromatia, y como ellas nunca dominaron por completo el lenguaje, el sarmatiano se desarrolló como un dialecto.
Hipócrates escribió sobre Amazonas Escitas peleando en el siglo quinto AnE. Arqueólogos soviéticos datan las primeras tumbas de mujeres guerreras descubiertas cerca del Mar de Azov en 300 AnE, lo que indica que la dinastía matrilineal fundada por Lysippe duró más tiempo que los imperios combinados de Ciro, Carlomagno, Alejandro y Napoleón.
Los primeros entierros de guerreras se encontraron a mediados del siglo XIX, en las montañas del Cáucaso, en el río Terek. Una tumba contenía un esqueleto grande de mujer, enterrado con armadura, un manojo de flechas, un disco de pizarra y un cuchillo de hierro. Una serie de tumbas de un sitio cercano a Aul Stepan Zminda contenían muchas guerreas y sus monturas, aunque fechadas más tarde que las escitas. Excavaciones modernas alrededor del túmulo real de Chertomylk, en Ucrania, encontraron que cuatro de las cincuenta tumbas de guerreros eras del tipo Amazónico: una de ellas fue enterrada con una punta de flecha en la espalda, ora tenía un escudo masivo de hierro y una tercera un niño pequeño.

Artemisa
Las Amazonas, guerreras, cazadoras y sacerdotisas, adoraban a Artemisa. La Artemisa Tracia y la Artemisa de Éfeso derivan de la Gran Madre cretense y frigia, de origen anatolio y escita. Esta diosa era adorada también en Sicilia, en Rodes, en Pontus y Galatia y a través de toda Noráfrica.
El templo de Artemisa en Éfeso contenía una imagen de madera que la representaba. En su peinado había un objeto conocido como la diopeta, del que se decía que había caído del cielo, tal vez un implemento neolítico, tal vez un mortero de la edad de bronce.
Hay una referencia bíblica en Hechos 19:35, que ha confundido a los traductores. La versión revisada la hace una "piedra sagrada". La leyenda dice que el templo y la imagen fueron construidas por las Amazonas y el templo era considerado uno de los más grandes de la antigüedad. Artemisa era adorada en todo el mundo conocido y la Biblia lo menciona. El apóstol Pablo trató de suprimir a sus seguidoras mientras que Alejandro Magno ganó en popularidad restaurando el templo. Ambas Artemisas amazónicas preceden a la Artemisa y a otras divinidades griegas por siglos.
Las Amazonas como El Otro
Aunque el hecho histórico de la existencia de las Amazonas es cada vez más patente, es indudable que todo lo escrito es aun una combinación de hechos, mitología y fantasías masculinas.
Por un lado, algunos relatos son evidentemente ficción. Para un sociedad particular las Amazonas representaban al Otro, el ser sobre el que se proyectan todas las dudas, temores y prejuicios de su sociedad. En virtud de eso, las Amazonas se ven exactamente como lo opuesto a lo que la mujer debería ser, y su cultura sería antinatural y opuesta al orden.
Sin embargo, se encuentran a lo largo de la historia del mundo mujeres guerreras que no son solo curiosidades anómalas sino que tienen un lugar digno en su sociedad.
Y aunque falte evidencia arqueológica la preponderancia de historias estelarizadas por mujeres guerreras apuntan a su existencia histórica.
La Amazona mítica ha cambiado su imagen y función de acuerdo a las necesidades y los tiempos. También ha cambiado las batallas que pelea, según quien haya escrito la historia y en qué época. La Amazona, pues, ha sido defensora de la castidad y la fe cristiana, cruzada medieval e hija leal del Islam. Ha sido samurai y ninja. Ha sido habitante del Valle Perdido, exploradora victoriana, sufragista y feminista. Y sigue blandiendo sus armas: espada y lanza, pistola y látigo, pancartas y clubes, pluma y discurso.
La Amazona de ficción y de sueños es siempre noble, valiente, inteligente y -sobre todo- independiente, y las mujeres que se han ganado el apelativo de Amazonas siempre tienen estas cualidades. Cada una, a su manera, ha sembrado y ha luchado para mejorar la calidad de vida de ella, de sus hermanas, de sus hijos.
Para terminar quiero decir que el miedo al poder de la mujer que reflejan estas historias de feroces Amazonas, calaron hondo profundo en el subconsciente masculino y tuvieron su resonancia en los conquistadores portugueses del siglo XVI que al llegar a la selva brasileña y encontrar mujeres luchando en su contra, llamaron a la región, y al río más grande del mundo, Amazonas.

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