El Espíritu individualizado se expresa por los diversos tipos de rayo mediante el:
PRIMER RAYO:
- La centralización dinámica.
- La energía destructora.
- El poder egoísta.
- El desamor.
- El aislamiento.
- La ambición de poder y autoridad.
- El deseo de dominar.
La fortaleza y la propia voluntad expresadas, que conducen a:
- El empleo dinámico de la energía para desarrollar el Plan.
- El empleo de las fuerzas destructoras a fin de preparar el camino para los Constructores.
- La voluntad al poder con el fin de colaborar.
- La comprensión del poder como la mejor arma del amor.
- La identificación con el ritmo del Todo.
- La extinción del aislamiento.
SEGUNDO RAYO:
- El poder de construir para fines egoístas.
- La capacidad de sentir el Todo y permanecer apartado.
- El cultivo de un espíritu separatista.
- La luz oculta.
- La realización del deseo egoísta.
- El anhelo por el bienestar material.
El egoísmo y la subordinación de los poderes del alma a ese fin, que conducen a:
- La construcción inteligente de acuerdo al Plan.
- La inclusicidad.
- El anhelo por obtener la sabiduría y la verdad.
- La sensibilidad al Todo.
- La renunciación a la gran herejía de la separatividad.
- La revelación de la luz.
- La verdadera iluminación.
- El empleo correcto del lenguaje por la sabiduría adquirida.
TERCER RAYO:
- La manipulación de la fuerza por medio del deseo egoísta.
- El empleo inteligente de la fuerza con un móvil erróneo.
- La intensa actividad material y mental.
- La aplicación de la energía como un fin en sí misma.
- El anhelo de obtener gloria y belleza para objetivos materiales.
El sumergimiento en el espejismo, ilusión y maya,que conducen a:
- La manipulación de la energía, a fin de revelar la belleza y la verdad.
- El empleo inteligente de las fuerzas para el desarrollo del Plan.
- La actividad rítmica ordenada en colaboración con el Todo.
- El deseo de obtener la correcta revelación de la divinidad y de la luz.
- La adhesión a la correcta acción.
- La revelación de la gloria y la buena voluntad.
- La confusa lucha.
- La comprensión de lo que es superior e inferior.
- La oscuridad que precede a la expresión de la forma.
- El ocultamiento de la intuición.
- El sentimiento de la desarmonía y de la colaboración con la parte y no con el todo.
- La identificación con la humanidad, la cuarta Jerarquía Creadora.
- El indebido reconocimiento de lo que produce la palabra.
- La sensibilidad anormal a lo que es el no-yo.
Los continuos puntos de crisis, que conducen a:
- La unidad y la armonía.
- La evocación de la intuición.
- El correcto juicio y la razón pura.
- La sabiduría que se expresa por intermedio del Ángel de la Presencia.
... constantemente existe un concepto erróneo... El Cuarto Rayo de Armonía, Belleza y Arte, no es en sí el rayo del artista creador. El artista creador se halla sin excepción en todos los rayos. Éste es el rayo de la intuición y de la armonización de todo lo que ha sido llevado a cabo por la actividad de la vida de la forma, que luego es sintetizado y absorbido por el ángel solar; se manifiesta oportunamente como todo lo que puede ser evocado y desarrollado mediante el poder de la Vida Una (la Mónada), actuando a través de la expresión de la forma. Es el punto de encuentro de todas las energías que fluyen a través de la tríada espiritual superior y la triplicidad inferior.
QUINTO RAYO:
- La energía de la ignorancia.
- La crítica.
- El poder de razonar y destruir.
- La separación mental.
- El deseo de conocimiento, que conduce a la actividad material.
- El análisis detallado.
- El materialismo intenso y la momentánea negación de la Deidad.
- La intensificación del poder de aislar.
- La implicación que produce el énfasis erróneo.
- Los distorsionados puntos de vista sobre la verdad.
- La devoción mental a la forma y a su actividad.
La teología, que conducen a:
- El conocimiento de la realidad.
- La comprensión del alma y sus potencialidades.
- El poder de reconocer y hacer contacto con el Ángel de la Presencia.
- La sensibilidad a la Deidad, la luz y la sabiduría.
- La devoción espiritual y mental.
- El poder de recibir la iniciación (este punto es de verdadera importancia).
SEXTO RAYO:
- La violencia. El fanatismo. La adhesión volitiva a un ideal.
- La ceguera.
- La militancia y la tendencia a producir dificultades en las personas y los grupos.
- El poder de ver sólo el punto de vista propio.
- La suspicacia respecto a los móviles del semejante.
- La reacción rápida al espejismo y a la ilusión.
- La devoción emocional y el idealismo confuso.
- La actividad vibratoria entre los pares de opuestos.
La intensa capacidad de ser personal y hacer resaltar las personalidades,
que conducen a:
- El idealismo incluyente y dirigido.
- La constante percepción por medio de la expansión de la conciencia.
- La reacción y la simpatía con el punto de vista de los demás.
- La disposición a ver que el trabajo de otros progresa en la dirección elegida.
- La elección del camino medio.
- La paz y no la guerra. El bien del Todo y no de la parte.
SEPTIMO RAYO:
- La magia negra, o el empleo de los poderes mágicos para fines egoístas.
- El poder de "permanecer a la expectativa" hasta que emerjan los valores egoístas.
- El desorden y el caos por la comprensión errónea del Plan.
- El empleo erróneo del lenguaje para lograr el objetivo elegido.
- La falta de veracidad.
La magia sexual. La perversión egoísta de los poderes del alma, que conducen a:
- La magia blanca: empleo de los poderes del alma para fines espirituales.
- La identificación de uno mismo con la realidad.
- El correcto orden por medio de la correcta magia.
- El poder de colaborar con el Todo.
- La comprensión del Plan.
- El trabajo mágico de la interpretación.
- La manifestación de la divinidad.
Un detenido estudio sobre las frases citadas, que demuestran las erróneas y las correctas expresiones principales de la fuerza de rayo, ayudará al estudiante a comprender con exactitud su propia naturaleza de rayo, como también el grado de desarrollo que posee. Uno de los mayores defectos es poner demasiada atención a los defectos, errores y actividades de otros discípulos, y muy poca al propio cumplimiento de la ley del amor y a su propio deber y trabajo.
El segundo defecto es el empleo incorrecto del lenguaje, motivado por la crítica o el deseo individual de figurar, lo cual imparte significados ambiguos. El neófito estaba obligado a guardar un prolongado silencio. No se le permitía hablar. Esto fue dispuesto para frenar la expresión física de las palabras e ideas erróneas, debido al inadecuado conocimiento que poseía.
Hoy debe aprender la misma lección, poner atención a la perfección y al trabajo personales, mediante ese silencio interno que ampara al discípulo y lo obliga a atender su propio trabajo y ocupación, dejando que los demás hagan lo mismo, y así aprender la lección de la experiencia.
Gran parte de la correcta actividad está actualmente obstaculizada a causa del intercambio de palabras entre discípulos, pues a menudo pierden mucho tiempo discutiendo el trabajo y las actividades de otros discípulos. La humanidad necesita, más que nunca, guardar silencio; necesita tiempo para reflexionar y tener la oportunidad de sentir el ritmo universal. Los discípulos modernos si quieren realizar su trabajo como es de desear y colaborar correctamente con el Plan, necesitan de esa quietud reflexiva interna que no niega la intensa actividad externa, pero que los libera de las críticas verbales, de las discusiones febriles y de la constante preocupación por el deber y por los móviles y métodos de sus condiscípulos.
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